AHUACATLÁN.- De acuerdo a las estimaciones, fueron no menos de dos mil personas las que presenciaron la sexta Ahuacatlanada, el pasado sábado, y al menos fueron 10 personas las que resultaron “revolcadas” tras ser envestidas por algunos de los toretes; pero nada de consideración afortunadamente.
Desde las 10 y media de la mañana se empezó a observar a los aficionados tratando de ubicar el mejor lugar para instalarse, ya sea en las bocacalles – donde se colocaron barreras protectoras – o arriba de las azoteas -, en los balcones o trepados en camionetas. Cualquier lugar, pero evitando riesgos. Solo los más valientes se plantaron en medio de la calles o en alguna de las dos aceras.
Como un preludio se avistó el paso de la Cabalgata con su toro de once, pero a los pocos minutos y mientras los rayos del sol caían sin clemencia, los cinco toretes salieron en estampida partiendo de la esquina de las calles 20 de noviembre e Hidalgo.
Algunos por la emoción y otros animados por el alcohol saltaron al ruedo para mostrar sus pases frente a los astados. “Toman y ya después se los lleva el toro”, dijo Jaime Rodríguez, participante.
Decenas de jóvenes mostraron sus dotes de toreros, y otros por lo menos lo intentaron. Con la adrenalina por encima de sus niveles, los menos temerosos corrían hacia uno u otro lado, zigzagueando, caracoleando, doblando sus cuerpos para esquivar a las vaquillas.
Los toretes sin embargo sorprendieron ahí en la calle a más de cinco, arrollándolos, pero el asunto no pasó de ahí. La Yegua. El pescado, don Luis Montero, Martín Robles volvieron a mostrar sus dotes y su gusto por la Ahuacatlanada.
Ya en el redondel se efectuó la fiesta brava para los aficionados. Los tendidos se vieron repletos y las vaquillas mostraron su casta. La gente disfrutó, se divirtió, y por supuesto pasó algunos sustos, pero fueron solamente alrededor de 10 personas las que resultaron revolcadas, nada de consideración como señalamos líneas atrás.
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