Un joven se animó a comprar su primer taladro y unos guantes para protegerse de las esquirlas que la broca pudiera arrojar al perforar. Pero notó que era poco práctico por los cambios de broca y aditamentos. Así que decidió arriesgarse y no usar guantes.
Hizo sus primeros hoyos con cierto miedo y no sintió ninguna esquirla, pero lo que sí notó, es que al tener contacto directo con el taladro, se daba cuenta cuando se calentaba y sabía que tenía que darle descanso; “si me hubiera puesto los guantes, hubiera estado muy protegido, pero no hubiera sentido cuando el taladro necesitaba descansar”, pensó.
Le platicó esa experiencia a un amigo, y este le respondió
- ¡Claro! Así somos muchos, en vez de escuchar nuestros sentimientos, preferimos protegernos de ellos, durmiendo mucho, estando todo el tiempo con el celular, hablando por teléfono, saliendo mil veces al día, todo para no tocar nuestro interior y saber qué necesitamos. Y requiere valor, como tú de estar en contacto con el taladro. Y así como hay personas que queman sus taladros porque no escuchan los síntomas como el calor o el ruido del motor, muchos no nos escuchamos y acabamos enfermos de colitis, gastritis, enfermedades de la piel, migraña y acabamos en el médico.
Y tú ¿te escuchas como el joven del taladro, o usas guantes en tu vida?
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