El uso de las ondas cerebrales como identificación es una de las muchas medidas biométricas utilizadas como alternativa a las contraseñas de toda la vida que estamos acostumbrados, es decir, que en lugar de ingresar una contraseña, una computadora muestra series de palabras en una pantalla y calcula las respuestas del usuario mediante de un electroencefalograma (EEG) obtenido a través de una diadema.
Contado así tal cual, pareciera que estaríamos ante el método definitivo de identificación personal, pues las ondas cerebrales para cada persona son únicas y mucho más complejas que las contraseñas tradicionales formadas por caracteres, haciéndolas más difíciles de hackear.
Sin embargo, lo que pudiera parecer un método bastante confiable (con un promedio de efectividad rondando el 94%) en las pruebas que se han llevado a cabo pierde terreno ya que al ser la mente fácilmente manipulada por agentes externos como narcóticos, alcohol, estrés o incluso el propio estado de ánimo, las firmas en los (EEG’s) pueden llegar a variar considerablemente, volviendo todo un reto verificar la autenticidad del usuario.
No obstante, lo que podría considerarse un problema podría terminar al final del día ser una solución pues, dependiendo del uso que se le de, la identificación de usuarios por medio de EEG’s permitirían el uso (o no) de ciertos sistemas o herramientas si el usuario no se encuentra en óptimas condiciones para hacerlo.
Discussion about this post