Report-arce
Rápido estalló la noticia en redes sociales y a través de otros medios lo iban confirmando como una piedra que golpea el agua tranquila hasta provocar ondas cada vez más amplias: falleció El Negüi.
Me tocó saberlo por medio de un mensaje en Facebook de mi amigo Francisco Javier Nieves. Estaba hospitalizado en el Valentín Gómez Farías de Zapopan como todo maestro afiliado al ISSSTE. En la semana pasada se lo llevaron ante las intensas dolencias que lo obligaron a solicitar ayuda a sus hijos. Falleció el Negüi. El hígado le jugó una mala pasada a José Candelario Mojarro Parada. La última vez que tuve el gusto de saludarlo fue en el velorio de Francisco “El Pollo”, lo noté triste, no muy común en su manera de ser.
Apesadumbrado regresé de Xala y pronto me puse entre las teclas y los recuerdos del amigo de la risa, el amigo de los amigos y el intenso futbolista que parecía brasileño por su alegría y el carnaval que provocaba en aquellos años del Llano cuando jugaba entre la magia con el equipo del Banamex.
Confieso que muchos lo admirábamos y a pesar de las edades era querido por los niños. Tenía el carisma del mundo. Casado con la maestra Elba Tamayo. Supimos que era profesor y le encantaba en vacaciones andar de bohemio en cantinas, en el billar de Los Rosas con uno de sus mejores amigos: “El Matalote”. Salían cantando del Apolo XI y hacíamos rondas, pero se perdían entre las sombras, en sus destinos. Nos tocó ser adversarios y su calidad de tocar el balón era envidiable con su equipo de sus amores, El Polillas, puros amigos.
En 1987 nos encontramos en Ameca, él ya tenía varios años en la ciudad del enorme valle fértil y de tantas escuelas. Creo que laboraba en la escuela llamada Ford. En varias ocasiones lo veía tanto en la organización sindical que hasta nos tocó ser testigos de la rechifla contra el presidente Miguel de la Madrid y el electo Carlos Salinas de Gortari en Querétaro en 1988. Nunca se le olvidó que fuimos cómplices de un régimen que se estaba desmoronando.
También en los encuentros deportivos donde él era la salsa, la sazón, el tremendo humor, el carisma, que hasta en un tiempo de su juventud en Ixtlán ante un castigo cívico y social fue a dar a la cárcel y los presos encantados porque con una escoba hizo una función artística inolvidable, cantaba, imitaba, bailaba y contaba chistes. Al salir los presos protestaron porque no querían que lo dejaran libre. Le exigían que volviera a faltarle el respeto a las buenas costumbres y buenas conciencias.
Cuando escribí la historia y crónica del equipo La Zarca, allí estaba vestido de amarillo y azul, como siempre conviviendo entre sus tragos de tequila y dispuesto a elevar anclas y que su barco de ensueño lo llevara a rutas de la felicidad que no podía contener. Me presumió su edad en Acatlán de Cañas y se burló porque yo de joven colgué los botines por culpa de las letras.
Amigo Negüi, también tanto sentimiento que no cabe en el corazón nos destruye como positrones. Estamos ya extrañando al tipazo que salía de su mundo para venir al de nosotros para sentir el abrazo enorme de aquí hasta el cielo. Nos faltará su voz y la frase de siempre, “gusto en saludarlo”. Su compañía.
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