- EL PUEBLO DE AHUACATLÁN PERDIÓ A UNA MAESTRA DE LAS PRIMERAS LETRAS Y LOS PRIMEROS MÉTODOS DE ENSEÑANZA.
- 61 AÑOS EN EL SERVICIO.
AHUACATLÁN.- Sus ojos nunca se deslustraron. La última vez que platiqué con ella, a mediados de noviembre, entré a su grupo para dar una información sobre la enfermedad del cólera. Todos sus parvulitos se pusieron de pie, dando una muestra de cortesía que casi nunca se observan en las escuelas del municipio.
La maestra Julia Arámbul Jacobo repetía que la escuela era su vida y que sólo muerta la iban a sacar de allí… El viernes pasado, con los zapatos bien puestos, desvaneció en la esquina de la calle Allende y 20 de Noviembre. Se dirigía en su silla de ruedas a la escuela que fundó hace más de 60 años junto con otras memorables damas de esta ciudad; entre otras: Rafaela Andalón Arámbul, Teresa Delgado, Victoria Bernal y Dolores Lepe.
Nació un 19 de junio de 1936, y murió el 10 de enero del 2014. A sus 77 años de edad, jamás perdió la lucidez ni el estilo. Mujer de clase, de reputación irreprochable, que ganó fama por su excepcional estilo para inculcar las primeras letras.
De hecho, su figura en el aula nos evoca a aquella indomable profesora rural que protagonizó María Félix en la película Río Escondido. Aún en el semblante, y con el arqueo de su ceja, nos parece ver a Rosaura, cumpliendo con su deber, el cual fue reconocido, como en el filme, por el presidente de la república, que en la vida de Julia llevó a cabo Vicente Fox durante su sexenio.
La maestra Julia adquirió la habilidad de detectar y socavar la más mínima distracción en su clase. Acaso por eso sus alumnos eran los mejor entrenados para leer y escribir desde las primeras sesiones. Que si no, ahí estaba el borrador como instrumento de aquel viejo adagio de la pedagogía antigua: “la letra con sangre entra”.
Al respecto, el cronista municipal, Rubén Arroyo Arámbul, comenta: “Era señal de que una maestra se preocupaba por corregir al niño, una práctica famosa que los padres consentían y agradecían… ella se estancó en una imagen que no la abandonó”.
Además de ser fundadora del colegio Fray Pedro de Gante, dice Rubén, a la maestra Julia le tocó el privilegio de enseñarse y enseñar a confeccionar a sus alumnos sus propios cuadernos, de practicar con lápiz o pluma de tinta la caligrafía en papel secante. ¡Qué contraste con las computadoras y los pizarrones electrónicos de la actualidad!
De acuerdo a Rubén, a la maestra Julia le tocó ver la transformación de la escuela en México. Aquellos planteles que se formaban en el hogar, en las antiguas fincas donde se desafiaba al gobierno federal y estatal por considerar que se atentaba contra las buenas costumbres, hasta los de hoy, reconocidos por su título.
De su afición por Las Chivas rayadas del Guadalajara poco supe. Por generaciones la vimos exhibir su pasión deportiva en los desfiles cívico deportivos. Lo demás, ya está grabado en el inconsciente de cientos y cientos de personas que llevan a la maestra Julia en su corazón.
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