Había una vez un hombre que salió de casa con tanta prisa, que no se dio cuenta de que se le había caído un documento súper importante en la puerta de uno de sus vecinos. Al ver esta acción, su vecino pensó:
- Vaya hombre más cochino, podría usar las papeleras como todo el mundo.
En lugar de esperar a que volviera para aclarar la situación, decidió vengarse esa misma noche, llenándole la puerta de su casa con todo tipo de papeles. Dio la casualidad que al ir a tirar los papeles al lugar que correspondían, encontró despedazado el preciado documento. Al verlo en ese estado, se tomó la justicia por su mano, enviándole una enorme cantidad de animales de granja, para que le dieran una lección con sus malos olores.
Y así comenzó un ir y venir de tretas y jugarretas, que terminó con la destrucción de las casas de ambos vecinos y con ellos en el hospital, donde terminaron por confesarse el verdadero motivo de tales acciones. Comprendiendo lo tontos que habían sido y lo fácil que hubiera podido solucionarse la situación, acabaron por hacerse buenos amigos y prometiéndose ayudarse a reconstruir, lo que había sido destruido por su enorme estupidez.
Muchas veces dejamos que los malentendidos o enojos nos alejen de la gente que queremos, muchas veces permitimos que el orgullo se anteponga a los sentimientos.
No permitas que un pequeño desliz malogre una gran amistad. Recuerda que el silencio a veces es la mejor respuesta. Una casa feliz es lo que más importa. Haz todo lo que esté a tu alcance para crear un ambiente en armonía.
Recuerda que la mejor relación es aquella donde el amor entre dos personas es mayor de que la necesidad que ellas tienen una por la otra.
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