Tal vez no con la misma “pulcritud” de un Jack “El Destripador” o del “Asesino de Boston”, pero en Ahuacatlán, al igual que como ocurre en otras latitudes, se han dado casos de asesinatos que han dejado honda huella por la saña con que cometen; pero también por su perfección y “profesionalismo”.
Entre los crímenes que más se han sonada se cuenta por ejemplo el de “Chuy del Toro”, ocurrido allá en la década de los 60’s en pleno corazón de la ciudad, a unos cuantos pasos de la escuela primaria Plan de Ayala.
Miembro de una connotada familia, el señor del Toro murió acribillado debido al pareces por asuntos de deudas. El autor de este asesinato sí fue atrapado y recluido en la cárcel pública municipal.
Por esa misma década -o quizá a principios de los 70’s- los habitantes de Ahuacatlán se estremecieron también con el crimen del señor Antonio Sánchez -mejor conocido como “Toño Papas”- mismo que se registró cuando se celebraba un evento charro en la plaza de toros El Recuerdo.
El infortunado Toño fue sorprendido por unos maleantes que le dispararon aprovechando que éste se encontraba en el baño. Prácticamente lo estuvieron “cazando”, hasta que encontraron el momento preciso… Según se dice eran dos los asesinos, los cuales, al perpetrar el crimen, corrieron hacia fuera para luego escaparse por el cerro, allá por el rumbo del Cerrito de la Cueva, donde hoy se ubica la escalinata. Nunca pudieron atraparlos.
Dos lustros antes, aquí en Ahuacatlán ocurrió un hecho que trascendió bastante tras el tiroteo a balazos que finalizó con la vida del famoso cuanto temible “Talabartero”, quien vivía frente al Club Social y Deportivo, donde hoy reside el profesor Juan Ramos.
La peligrosidad del Talabartero atrajo la movilización de varios cuerpos policíacos, e incluso de los soldados, todos los cuales les tendieron un cerco para poder ultimarlo. Éste, antes de ser acribillado, acabó con la vida de por lo menos cuatro o cinco personas, según se dice.
A mediados de esa década, la comunidad se despertó de pronto con el brutal asesinato del señor Juan Flores -un noble música que habitaba una finca del Barrio de La Presa-.
Este fue encontrado muerto en el monte, entre “El Ataquito” y “Las Higueras”. La saña con que lo mataron aún perdura en la mente de muchos. Y al igual que otros, tampoco se supo quienes fueron sus verdugos.
Luego, a mediados de los 80’s, el enfrentamiento a balazos entre la Policía Judicial y el señor Esteban Gómez acabó con la vida de éste, justamente en el portal de con Lauro Bañuelos.
Esteban, quien se había desempeñado como Comandante de la Policía Municipal, cometió el error de enfrentarse a la Judicial; y ahí murió, a unos cuantos pasos de donde funcionaba el negocio de enchiladas del popular Chemita. No se sabe qué castigo recibieron los agentes judiciales.
Luego, a fines de los 80’s -a lo mejor a principios de los 90’s- se suscitó otro terrible asesinato en el mero centro de Ahuacatlán también. Y éste otro es el que se refiere al doctor Chuy Espinoza -a quien se le identificaba mejor como “Chuy el Médico”-.
El doctor Espinoza murió como consecuencia de la crueldad de uno o más fulanos, en su propio domicilio que se localiza a un costado de donde funcionaba la Agencia del Ministerio Público. Según eso, los asesinos, lo ataron de pies y manos y quien sabe cuántas cosas le hicieron a manera de tortura. ¡Jamás se supo quienes cometieron el crimen!
Estos son pues algunos de los crímenes que más han trascendido en Ahuacatlán. Y claro que también se han registrado varios por asuntos sentimentales. Otros por razones desconocidas, como el del señor Vicente Zavalza; y otros más por cuestiones de ambiciones y deudas.
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