Por la ruta de la historia
La calle Zaragoza en su bullicio y después de un intento fallido ya estamos afuera de la casa en donde vivió un personaje central para conocer la historia de nuestra comuna: don Víctor Chávez Pulido. De niño fue el que me ponía serio y estático, inmóvil en su estudio, sin parpadear y con los nervios enredados para que dentro de su enorme cámara de tripie, quedara grabado en la luz al instante de su orden.
La última instrucción precisa cuando bajo ningún motivo debo de perder el comprobante de pago porque entonces venía la amenaza de no entregar el paquete de seis fotografías tamaño infantil. Recuerdo que mi tío Antonio era su amigo y lo visitaba en sus vacaciones de verano. Por don Víctor conocí el queso de puerco y las aceitunas.
Siempre se me hizo un ser misterioso y ensimismado que andaba por todos lados, de sombrero corto, con una cámara al hombro y entre rollos de negativos, trabajos apenas iniciados de pintar cuadros de paisajes y el olor a metal y humedad guardado en su taller y en el tiempo.
Cuántas imágenes de este cronista infatigable que tuve la dicha de ser su amigo cuando él se hizo anciano, pero nunca se le quitó lo trabajador y en veces huraño. Nunca quiso entrevista, a pesar de ser agradable en conversaciones profundas porque era amante de la poesía y se sabía de memoria tantas estrofas y poemas de filosofía y buenas conciencias.
Aquí estamos el maestro Pablo Torres y Joaquín Villalobos enmarcando la placa de enorme relevancia a un costado de la puerta de esta casa que tiene dos series de números 75 y 35. Impulsor del progreso en las comunicaciones y que nació un 2 de noviembre de 1916, por la calle Primavera, hoy Silvestre Moya.
Aquí estamos, este jueves 16, viendo cuando quitan una ventana y modernizan este espacio. Más que nunca conservo en mi memoria aquellos tiempos nostálgicos cuando la calle empedrada, poco tráfico y mi infancia se juntan en este punto histórico cuando estaba aquella vitrina de ejemplos de su trabajo.
El sábado a las tres de la tarde cuando el sol parecía un toro bravo, se lleva a cabo la ceremonia sencilla de colocar la segunda placa de esta jornada cultural y de sentimientos profundos. Toca la casa de con la señora Nena Hernández que acepta gustosa junto con su hija Nena, la esposa de Enrique el de la papelería de la esquina junto a la Allende.
El primer Presidente en la época de la municipalidad, en la novedad de gobiernos civiles, don Nicolás Castillo Castillón que por acuerdo de Cabildo ganaba sesenta pesos mensuales. En esta casa nació el 6 de diciembre de 1886 y fue presidente de 1918-1919. Muere en el año de 1936 en Guadalajara y al llegar sus restos, cargaron en hombros su ataúd desde la estación del ferrocarril hasta su casa, para el eterno descanso en el panteón municipal. Un hombre apreciado por su gente.
Termina don Joaquín su obra, y reconozco su limpieza, su orden en su labor, que hurga en su bolsa de trabajo, el martillo, el cincel, pegamento, y el lápiz bicolor para que sigamos siendo parte de esta ruta admirable de la historia cuando se conjugan el pasado y el presente y florezca nuestra ciudad de valores, reconocimientos de nuestra riqueza cultural. Seguimos este jueves cinco de la tarde, entre la Madero y Zaragoza.
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